sábado, 14 de diciembre de 2013

La fonte que mana y corre

Sopra le nuvole c'è sempre il sole.


Aquella eterna fonte está escondida, 
que bien sé yo do tiene su manida, 
aunque es de noche. 

Su origen no lo sé, pues no le tiene, 
mas sé que todo origen de ella tiene, 
aunque es de noche. 

Sé que no puede ser cosa tan bella, 
y que cielos y tierra beben de ella, 
aunque es de noche. 

Bien sé que suelo en ella no se halla, 
y que ninguno puede vadealla, 
aunque es de noche. 

Su claridad nunca es oscurecida, 
y sé que toda luz de ella es venida, 
aunque es de noche. 

Sé ser tan caudalosos sus corrientes, 
que infiernos, cielos riegan y las gentes, 
aunque es de noche. 


El corriente que nace de esta fuente 
bien sé que es tan capaz y omnipotente, 
aunque es de noche. 

El corriente que de estas dos procede 
sé que ninguna de ellas le precede, 
aunque es de noche.

 Aquesta eterna fonte está escondida
en este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche.

 Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan, aunque a oscuras
porque es de noche.

 Aquesta viva fuente que deseo,
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche.

(San Juan de la Cruz, 24 de junio de 1542- 14 de diciembre de 1591).


miércoles, 11 de diciembre de 2013

Ella arreglará todo

Era el 1 de mayo de 1970 cuando san Josemaría anunció su deseo de cruzar el Atlántico para postrarse a los pies de Santa María de Guadalupe. Recordando las circunstancias de aquel arranque de cariño filial a la Virgen, Monseñor Echevarría –que le acompañó en el viaje– escribía veinticinco años después: 
Me atrevería a asegurar –se lo oí en varias ocasiones– que Nuestra Señora le obligó a emprender aquella romería penitente, porque deseaba que allí, a los pies de esa imagen morena, pidiese su intercesión en favor del mundo, de la Iglesia, y de esta pequeña porción de la Iglesia, que es el Opus Dei. 
El 15 de mayo, de madrugada, san Josemaría llegó a la Ciudad de México. He venido a ver a la Virgen de Guadalupe, y de paso a veros a vosotros , anunció a sus hijos en los primeros saludos.
Al día siguiente, 16 de mayo, sin esperar siquiera a aclimatarse al cambio de altura y horario, fue a la basílica y comenzó su novena que duró hasta el 24. 

Mónica Salazar Orozco
El primer día permaneció arrodillado en el presbiterio, durante más de hora y media. Con la mirada fija en el cuadro de la Virgen de Guadalupe, elevó una oración intensísima a Nuestra Madre, en la que con toda confianza le decía Monstra te esse Matrem! Muestra que eres Madre (...) Si un hijo pequeño le pidiera esto a su madre, es seguro que no habría madre que no se conmoviera (...) Escúchanos: ¡yo sé que lo harás!
En los siguientes días, pudo ocupar una tribuna lateral desde la que era posible rezar a muy poca distancia de la imagen, sin llamar la atención. 

El último día de la novena, oración por los cinco continentes El 24 de mayo de 1970, que cayó en domingo, llegó a la Villa de Guadalupe a las 16.40 de la tarde. Antes de subir a la tribuna fue, como siempre, a saludar al Santísimo Sacramento.

Ya en la tribuna, comenzó enseguida a hablar con la Virgen, reanudando las tertulias –así se expresaba san Josemaría– que estaba teniendo por aquellos días con Nuestra Señora de Guadalupe

Me faltan las palabras para demostrarte mi alegría, tan grande, de estar junto a ti, Señora. Hijos míos, yo quiero —poniéndoos por testigos delante de Dios— decirle a Ella —que es nuestra Madre, y de la que nos sentimos orgullosos de ser hijos suyos— que he venido aquí porque, más aún en estos meses, le pido que no abandone a su Iglesia y que no nos abandone. Ya sé que no puede dejarnos, pero le insisto en que acorte el tiempo de la prueba, la tempestad que azota a la Barca de Pedro. Y acudo muy especialmente y con continuidad a su intercesión, porque confío en Ella con todas las fuerzas de mi alma. 
Por las manos de la Virgen, sirviéndome de su Omnipotencia suplicante, necesito decir también a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo que me pongo ante la Trinidad Beatísima con entera sumisión, con una entrega sin reservas; y repito —haciendo una oración sincera— la aceptación de la Voluntad de Dios que Ella manifestó con su fiat! Por eso, me marcharé de aquí dando gracias. 

¡Señora, me entrego, me entrego totalmente: ya no pido! ¡Amo la Voluntad de tu Hijo! Nos abandonamos, descansamos, amamos y aceptamos sus designios, acatando en pleno la Voluntad de Dios

Sabemos, Madre nuestra, que nos darás los medios para sacar adelante este camino de caridad y de amor, y para extenderlo por todo el mundo.

(...) Hemos mantenido estas tertulias tan cerca de tu imagen: ¡nueve días de intensa conversación filial contigo! Y hoy, una vez más, siempre con más amor y confianza, nosotros queremos presentarte la Iglesia; queremos, por tanto, presentarle a estos hijos e hijas tuyos del Opus Dei, que no buscan nada para sí mismos, que no alimentan ninguna ambición personal para su propio yo, porque están convencidos a fondo de que nuestro hogar es el tuyo, en el que se vive única y exclusivamente para Dios. ¡Míralos a todos y a todas, Señora!, ¡mírame a mí!, aunque estoy bien persuadido de que no soy digno ni de una miradica tuya. Pero, ne respicias peccata mea, sed fidem eorum! No mires mis miserias, que son tantas y de las que me duelo y avergüenzo y pido perdón. Mira a mis hijos, mira a mis hijas; mira cómo te aman con este fuego perenne de entrega, donde no hay motivos humanos.
¡No perseguimos ningún fin humano en nuestra entrega!: nos hemos entregado porque tu Hijo ha sido Quien nos lo ha pedido. ¡Virgen Santísima, protege a la Iglesia, salva a la Iglesia! (…) Y, a partir de ahora, no te sugiero nada. Me he atrevido a plantearte las cosas hasta aquí, pero siempre bajando la cabeza, porque soy un trapo sucio, aunque pienso que siempre he procurado moverme amando a toda hora la Sabiduría y la Voluntad de la Trinidad Beatísima.
Aún prolongó san Josemaría su oración en voz alta durante largo rato, con actos de amor a Dios y de abandono en la Voluntad divina, con acciones de gracias y actos de desagravio, con peticiones ardientes. Luego comenzó a rezar, con los demás, los quince misterios del Rosario: despacio, saboreando las escenas y las palabras.

Antes de comenzar los misterios gloriosos, dijo:
—Ofreceremos el primero por la paz y la tranquilidad de Europa, de ese Continente en el que muchas naciones están bajo el comunismo.
No quiero guerras, y así te lo suplico, Madre nuestra, Reina de cielos y tierra. No quiero guerras, porque es el mayor flagelo que Dios puede permitir. (...) En Europa falta paz: la paz para poder amar libremente a Dios. Señora, te insisto en mi súplica para que llegue la paz de Cristo a todas las naciones.
Al terminar el primer misterio, san Josemaría dijo en voz alta:
—Ofreceremos el segundo misterio a la Virgen de Guadalupe, pidiendo con muchísima fe y con muchísima esperanza que lleve la libertad y la paz de Cristo a los pueblos de Asia. 

Me viene a la cabeza esa gran nación —grande por tantos motivos—: China (...) Rezo para que la semilla que han sembrado tantos y tantos, y la sangre y sufrimientos de muchos, vuelvan a dar frutos cuanto antes. Vamos a amar a ese pueblo y a todas las gentes de Asia, y vamos a pedir a la Madre de Dios que haga entrar a esa humanidad por la luz de la paz de su Hijo...
 El tercer misterio fue ofrecido por el Continente africano.
—Hijos míos, ahora África. Roguemos al Señor que quiera dar paz y libertad cristianas a África. Mirad que aquella tierra es una carga poderosísima de vitalidad (...). Debemos sentir muy hondo que es preciso que esos hermanos nuestros conozcan a Cristo y le amen...

Al terminar el rezo del tercer misterio, añadió:
—Ofreceremos la próxima decena del Santo Rosario para que Nuestra Señora, Nuestra Madre de Guadalupe, obtenga la paz para los pueblos de América, donde muchos se empeñan en que sea en cambio un nido de constante revolución.
Aquí, ante tu imagen, yo quiero dejar como un testamento a mis hijos de México: con tu intercesión, están obligados a llevar la semilla divina de tu Hijo, a trabajar con amor de Dios y por amor de Dios, desde el norte, ¡norte!, de este continente hasta la Tierra del Fuego.
Poco rato antes, en otro de los misterios del Rosario, el fundador del Opus Dei había rezado especialmente por México con las siguientes palabras:
—Deseo ahora pedir por México: por el pueblo, por la Jerarquía eclesiástica, por los sacerdotes -seculares o no-, por las autoridades civiles. Suplico a Nuestra Señora que proteja la estabilidad de este país (...).
Rezo por los que nos ayudan de una manera o de otra en la tarea apostólica. Rezo por los que no nos quieren, si los hay; rezo para que se den cuenta de que sólo queremos servir a todas las almas, con el fin de lograr que en el mundo entero únicamente haya una raza: la raza de los hijos de Dios.
Llegó por fin el quinto misterio glorioso:
—Esta última decena la ofrecemos por los pueblos de Oceanía, donde hay tan pocos católicos y poquísimo clero: ¡tantas islas...! (...) Sentimos la necesidad de acudir en su ayuda, porque nos interesan las almas de todo el mundo, y porque faltan brazos para atenderlas. No nos quedamos deprimidos ante esa desolación. La tarea apostólica y humana es ciertamente grande, pero contamos con el mandato imperativo de Dios y con la intercesión de Nuestra Señora, que es la Reina de la Victoria.
Nos acogemos a la protección de Santa María, porque bien seguros podemos estar de que cada uno de nosotros, en su propio estado —sacerdote o laico, soltero, casado o viudo—, si es fiel en el cumplimiento diario de sus obligaciones, alcanzará la victoria en esta tierra, la victoria de ser leales al Señor; llegaremos después al Cielo y gozaremos para siempre de la amistad y del amor de Dios, con Santa María.
 La novena ante la Virgen de Guadalupe llegaba a su fin. Eran ya las seis y media de la tarde.
—Hijos míos, antes de comenzar las tres Avemarías invocándole como Hija, Madre, y Esposa de Dios, y antes de seguir con las letanías, quiero agradecer vivamente a mi Madre Santísima del Cielo la alegría inmensa de estas horas de tertulia que hemos pasado en su compañía, con la imagen suya tan cerca. Y deseo decirle que me cuesta arrancar: ¡han sido unos días tan humanos y tan sobrenaturales! Además, hoy terminamos pronunciando abandonadamente un fiat!, porque no abandonas a tus hijos.
Repetid conmigo, cada uno en el fondo de su corazón, con alegría y con paz: hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios sobre todas las cosas. Amén. Amén. Amén.

Santa María de Guadalupe, Asiento de la Sabiduría, Esperanza nuestra, ¡ruega por nosotros!
http://www.es.josemariaescriva.info

domingo, 8 de diciembre de 2013

Inmaculada Concepción de María

En 1854 el Papa Pío IX, declaró solemnemente la Inmaculada Concepción de la Virgen, que celebramos cada 8 de diciembre. Esto significa que fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original desde el primer instante de su concepción -por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente- en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano. 

El ángel Gabriel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor esta contigo". (Lc, 1,28).

Arthur Hacker (1858 - 1919): La Anunciación.
Busca a Dios en el fondo de tu corazón limpio, puro; en el fondo de tu alma cuando le eres fiel, ¡y no pierdas nunca esa intimidad! -Y, si alguna vez no sabes cómo hablarle, ni qué decir, o no te atreves a buscar a Jesús dentro de ti, acude a María, "tota pulchra" -toda pura, maravillosa-, para confiarle: Señora, Madre nuestra, el Señor ha querido que fueras tú, con tus manos, quien cuidara a Dios: ¡enséñame -enséñanos a todos- a tratar a tu Hijo!
(San Josemaría, Forja, 84)

Me conmovió la súplica encendida que salió de tus labios: “Dios mío: sólo deseo ser agradable a tus ojos: todo lo demás no me importa. 
-Madre Inmaculada, haz que me mueva exclusivamente el Amor”.
(San Josemaría, Forja, 1028)

Adolfo de Carolis
¡Cómo gusta a los hombres que les recuerden su parentesco con personajes de la literatura, de la política, de la milicia, de la Iglesia!... —Canta ante la Virgen Inmaculada, recordándole: Dios te salve, María, Hija de Dios Padre: Dios te salve María, Madre de Dios Hijo: Dios te salve María, Esposa de Dios Espíritu Santo... ¡Más que tú, sólo Dios!
(San Josemaría, Camino, 496)

Cuando te veas con el corazón seco, sin saber qué decir, acude con confianza a la Virgen. Dile: Madre mía Inmaculada, interceded por mí
Si la invocas con fe, Ella te hará gustar —en medio de esa sequedad— de la cercanía de Dios
(San Josemaría. Surco, 695)


Permíteme un consejo, para que lo pongas en práctica a diario. Cuando el corazón te haga notar sus bajas tendencias, reza despacio a la Virgen Inmaculada: ¡mírame con compasión, no me dejes, Madre mía! -Y aconséjalo a otros.
(San Josemaría. Surco, 849)

El Greco: Inmaculada.

viernes, 6 de diciembre de 2013

El verdadero santa Claus

Fuente : www.primeroscristianos.com 

San Nicolás fue obispo de la ciudad de Mira, en Licia, Asia Menor (corresponde a la Dembre), en el s. IV. Sus reliquias se veneran en Bari (Italia).
Il Tintoretto: San Nicolás.
localidad turca llamada actualmente

Muy pocos son los datos que se conocen de la vida de este santo, puesto que no existen testimonios auténticos contemporáneos. Sus biografías más antiguas son de algunos siglos posteriores a la época en que se cree que vivió. 
Se considera que nació en Patara (Asia Menor) alrededor del año 270, y que murió un día 6 de diciembre de un año entre 345 y 352. 

Lo poco que se conoce de la figura de San Nicolás contrasta fuertemente con la universalidad de su fama y de su culto, con la popularidad de que goza en oriente y en occidente, aun en los tiempos modernos, y con la abundancia de leyendas creadas en torno a él. 
Fue tan popular en la antigüedad, que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. Era y es invocado en los peligros, en los naufragios, en los incendios y cuando la situación económica se ponía difícil, y la gente conseguía por su intercesión favores admirables. 

Existen muchas obras que hablan de la vida del santo. Entre ellas destaca una compilación de San Metodio, arzobispo de Constantinopla, que ofrece un resumen de todas las piadosas y maravillosas historias que se contaban de él. (...)
Fue ordenado sacerdote por un obispo tío suyo. Al morir sus padres atendiendo a los enfermos en una epidemia, él quedó heredero de una inmensa fortuna. Entonces repartió sus riquezas entre los pobres y se fue a un monasterio. 
La generosidad es una virtud que siempre se ha asociado a este santo. 
Después de visitar Tierra Santa llegó a la ciudad de Mira (Turquía) donde fue elegido obispo. Su elección se consideró un designio divino.
  
Devoción y reliquias

San Nicolás es especialmente famoso por los numerosos milagros que lograba conseguir de Dios. Se le representaba con unos niños, porque se contaba que un criminal había herido a cuchillo a varios niños, y el santo al rezar por ellos obtuvo su curación instantánea.

Fra Angelico (1400-1455): San Nicolás dando oro a las tres chicas pobres.

También pintan junto a él a una joven, ya que se dice que en su ciudad había un anciano muy pobre con tres hijas a las que no lograba casar por su extrema pobreza; el santo, durante tres noches seguidas le echó por la ventana una bolsa con monedas de oro, y así el anciano logró casarlas.

Anónimo: San Nicolás y hijas del pobre anciano.

Otra historia cuenta como estando unos marineros en medio de una terribilísima tempestad en alta mar, empezaron a decir: "Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen obispo Nicolás, sálvanos". Y en ese momento vieron aparecer sobre el barco a San Nicolás, el cual bendijo al mar, que se calmó, y en seguida desapareció. Por esto es considerado también patrono de los marineros.



(...) Cuando el emperador Licinio decretó una persecución contra los cristianos Nicolás fue encarcelado y azotado, pero siguió aprovechando toda ocasión que se le presentaba para hablar del cristianismo a cuantos trataban con él. 
Luchó contra la idolatría, y convirtió a judíos y árabes.
Una vez muerto, el poder milagroso del santo seguía asistiendo a todos aquellos que le invocaban. En Roma ya en el año 550 le habían construido un templo en su honor. 
En 1087, las reliquias de san Nicolás fueron trasladadas a Bari: según la tradición —avalada por un documento del s. XII— cuando los mahometanos invadieron Turquía, un grupo de católicos sacó de allí en secreto las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia. Allí se obtuvieron tan admirables milagros por intercesión del santo, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa

En 1089 el mismo papa Urbano II consagró la cripta en donde son venerados los restos del santo. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía, e innumerables iglesias le han sido dedicadas. 
En oriente lo llaman san Nicolás de Mira, por la ciudad de la que fue obispo, pero en occidente se le llama san Nicolás de Bari. Aún en la actualidad es considerado en muchas partes como patrono de los niños y de los marineros. 

Origen de la figura de Santa Claus

Su fiesta se celebra el 6 de diciembre. Por haber sido tan amigo de la niñez y tan generoso, en algunos países europeos se repartían en este día dulces y regalos a los niños, y prácticamente con esta fecha se empezaban las festividades de diciembre, relacionando así al santo con las fiestas navideñas.

Jan Steen: Fiesta de san Nicolás, 1666.

Durante los siglos XVII y XVIII coinciden en Estados Unidos inmigrantes de distintas culturas como la británica, la holandesa y la alemana: la tradición católica de holandeses y alemanes, que tenía devoción a san Nicolás se mezcló con la de “Father Christmas” (el padre de la Navidad) que era la figura típica de las fiestas navideñas en Inglaterra.

Richard Brakenburg: Fiesta de san Nicolás.

Como derivación del nombre del santo en alemán (San Nikolaus) lo empezaron a llamar Santa Claus, y fue popularizado en la década de 1820 —a través de un poema famosísimo en los Estados Unidos del poeta Clement Clark Moore— como un amable y regordete anciano de barba blanca, al que llama “St. Nick”, que la noche de Navidad pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños en un trineo volador tirado por renos.

La marca de refrescos Coca-Cola, al utilizar al personaje como parte de su campaña comercial en Navidad, cambiaría su capa de pieles por un traje rojo y blanco, dando así lugar al personaje de Santa Claus tal como se conoce ahora, también llamado Papá Noel y por supuesto —rememorando su origen— San Nicolás.


martes, 3 de diciembre de 2013

Alegría


La Exhortación Apostólica "Evangelii Gaudium" del Papa Francisco en varios formatos. Elige el tuyo y no te quedes sin leerla. ¡Optimismo y alegría para estos tiempos convulsos!

lunes, 2 de diciembre de 2013

Amar a María


Juan Antonio Frías y Escalante, (1633 - 1670): Inmaculada, 1663. Museo Bellas Artes de Budapest.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Conviene que Él reine

Fernando Gallego, (1466-1507).
"¡Qué grande eres, Señor y Dios nuestro! Tú eres el que pones en nuestra vida el sentido sobrenatural y la eficacia divina. Tú eres la causa de que, por amor de tu Hijo, con todas las fuerzas de nuestro ser, con el alma y con el cuerpo podamos repetir: oportet illum regnare!, mientras resuena la copla de nuestra debilidad, porque sabes que somos criaturas —¡y qué criaturas!— hechas de barro, no sólo en los pies, también en el corazón y en la cabeza. A lo divino, vibraremos exclusivamente por ti. 

Cristo debe reinar, antes que nada, en nuestra alma. Pero qué responderíamos, si El preguntase: tú, ¿cómo me dejas reinar en ti? Yo le contestaría que, para que El reine en mí, necesito su gracia abundante: únicamente así hasta el último latido, hasta la última respiración, hasta la mirada menos intensa, hasta la palabra más corriente, hasta la sensación más elemental se traducirán en un hosanna a mi Cristo Rey".

(San Josemaría, Es Cristo que pasa, nº 181)

jueves, 14 de noviembre de 2013

Ante la tragedia en Filipinas

El Prelado del Opus Dei ha enviado un mensaje a los fieles y cooperadores de la Obra en Filipinas, donde el tifón Yolanda ha causado 10.000 muertos y afectado a más de 10 millones de personas. La Obra está presente en el país asiático desde 1964. 13 de noviembre de 2013.

En el mensaje que Mons. Javier Echevarría ha enviado a los fieles de la Prelatura en Filipinas, transmite su cercanía a esa querida nación, “con la serenidad de confiaros a la protección de la Santísima Virgen, Regina Asiae”. 

“Tened la certeza –continúa– de que desde Roma, desde todas partes, vuestras hermanas y vuestros hermanos rezan especialmente por Filipinas y, en particular, por las víctimas y sus parientes, y por cada uno de los habitantes de las ciudades afectadas”. 

Asimismo, ha pedido a los fieles de la Obra que intenten, de la manera que cada uno pueda, “cooperar en la asistencia a los damnificados que organicen las autoridades”.“Hemos aprendido de san Josemaría a mirar el mundo entero con corazón universal, católico: acompañemos a cuantos sufren las consecuencias del tifón, y roguemos que, a pesar de las dificultades, se mantengan con paz”. 

Eduard Veith (1858-1925): Madonna de los niños, 1896

Dios permanece a nuestro lado de continuo, en el dolor y en los momentos humanamente más incomprensibles: el sentido de nuestra filiación divina nos insta a afrontar los problemas con la seguridad de hallarnos en sus manos paternales. Por eso, llenaos de visión sobrenatural, también para transmitirla a vuestro alrededor”. “

Oración, oración, oración... La magnitud de la catástrofe –concluye el Prelado– nos ha de mover a suplicar más fe, para nosotros y para los demás”

Información sobre cómo ayudar a los damnificados a través de Cáritas

sábado, 9 de noviembre de 2013

San Josemaría y la Virgen de la Almudena



Durante los años treinta era frecuente que san Josemaría se detuviera para orar de rodillas frente a la imagen de la Virgen de la Almudena, Patrona de Madrid, que se encuentra en un nicho dentro de la muralla, al final de la calle Mayor. Era una manifestación de su amor a la Virgen y de su espíritu de
contemplación constante. Enseñaba a ser, en palabras suyas, “contemplativos en medio de la calle”.

¿Por qué se llama “Almudena”? 

El nombre Almudena proviene de Almudaina, que en árabe significa almacén de trigo. Evoca un almacén próximo al lugar donde estaba escondida la imagen. La tradición cuenta que cuando los musulmanes estaban a punto de entrar en Madrid, los cristianos de la ciudad escondieron una estatua de la Virgen en la muralla para que no fuera profanada; y que al reconquistar la Villa el rey cristiano Alfonso VI, se desmoronó milagrosamente la muralla y quedó al descubierto la imagen de la Virgen

La catedral de la Almudena 

Esta catedral cuenta con una larga historia. En 1663, reinando Felipe IV, se puso la primera piedra. Dos siglos más tarde, a finales del XIX, el rey Alfonso XII encargó este proyecto al Marqués de Cubas con el deseo de que se enterrara allí a su primera esposa, fallecida prematuramente, Mercedes de Orleans. Sin embargo, el proyecto quedó interrumpido durante la mitad del siglo XX. En 1950 se construyeron algunos muros y quedó paralizado de nuevo hasta el 15 de junio de 1993, cuando el Papa Juan Pablo II consagró esta catedral.  
Mercedes de Orleans fue enterrada por fin en esta catedral, bajo la Virgen de la Almudena, en noviembre del año 2000. 

San Josemaría Escrivá en la catedral de la Almudena 

En el interior de la catedral, hay una capilla dedicada a san Josemaría Escrivá.
El escultor de la imagen y los altorrelieves, Venancio Blanco, explicaba: 
"No conocí personalmente al Padre, pero tuve oportunidad de profundizar en su persona y en su obra a través del proyecto escultórico que se me encargó con destino a la capilla a él dedicada en la Catedral de la Almudena de Madrid. Cuando se me propuso, fui consciente de la dificultad y la responsabilidad que ello entrañaba. Josemaría Escrivá de Balaguer entendía la libertad como el mejor camino para servir a Dios, y con ella consiguió cuanto se propuso realizar. Fundida en bronce, la pieza ocupa el centro de la Capilla. He pretendido reflejar en ella los profundos valores que san Josemaría encarnó en su vida, así como su gran humanidad y honda espiritualidad (...). He querido destacar la postura de las manos, que adelanta hacia el que llega, ofreciéndole su abrazo entrañable. Es un gesto cordial, que invita y anima al mismo tiempo a acercarse a Dios.” 

En el altorrelieve inferior izquierdo se evoca la costumbre de Josemaría Escrivá de orar de rodillas ante la Virgen de la Almudena, en la Cuesta de la Vega. Una placa, en la propia capilla, cuenta la historia. 
 
En el altorrelieve inferior derecho se representa al fundador del Opus Dei atendiendo a un enfermo agonizante. Este enfermo, de etnia gitana, falleció en el Hospital General de Madrid con gran contrición, un domingo de febrero de 1932. “He aprendido de un gitano —recordaba san Josemaría a hacer un acto de contrición”. 
Escribía el Fundador en sus Apuntes el 16 de febrero de 1932, que le habían dicho que un moribundo no quería recibir los santos sacramentos. 

Fui a saludarle (...). Era un gitano, cosido a puñaladas en una riña. Al momento, accedió a confesarse. No quería soltar mi mano y, como él no podía, quiso que pusiera la mía en su boca para besármela. Su estado era lamentable: echaba excrementos por vía oral. Daba verdadera pena.
Con grandes voces dijo que juraba que no robaría más. Me pidió un Santo Cristo. No tenía, y le di un rosario. Se lo puse arrollado a la muñeca y lo besaba, diciendo frases de profundo dolor por lo que ofendió al Señor
”.
Continuaba explicando el fundador del Opus Dei que le habían contado poco después que el gitano murió con muerte “edificantísima”, diciendo entre otras frases, al besar el crucifijo del rosario: 
- "Mis labios están podrido, para besarte a Ti. 
-Pero, ¡si le vas a dar un abrazo y un beso muy fuerte enseguida, en el cielo!

Catedral de Nuestra Señora de la Almudena

Fuente:  http://www.es.josemariaescriva.info/articulo/san-josemaria-y-la-virgen-de-la-almudena

jueves, 7 de noviembre de 2013

Comunión de los santos, II

Vivid una particular Comunión de los Santos: y cada uno sentirá, a la hora de la lucha interior, lo mismo que a la hora del trabajo profesional, la alegría y la fuerza de no estar solo. 
(San Josemaría. Camino, 544)


Comunión de los Santos. -¿Cómo te lo diría? -¿Ves lo que son las transfusiones de sangre para el cuerpo? Pues así viene a ser la Comunión de los Santos para el alma. 
(San Josemaría, Camino, 544)

martes, 15 de octubre de 2013

Para siempre

"Este adverbio —siempre— ha hecho grande a Teresa de Jesús. Cuando ella —niña— salía por la puerta del Adaja, atravesando las murallas de su ciudad acompañada de su hermano Rodrigo, para ir a tierra de moros a que les descabezaran por Cristo, susurraba al hermano que se cansaba: para siempre, para siempre, para siempre". 
(San Josemaría).


sábado, 12 de octubre de 2013

San Josemaría y la Virgen del Pilar

A orillas del Ebro se levanta en Zaragoza la espléndida basílica del Pilar, en el sitio donde, en época musulmana, hubo un templo dedicado a Santa María. Comienza su construcción en tiempos del Renacimiento, atraviesa el barroco y remata, en pleno siglo XVIII, con soluciones neoclásicas. 

Dentro de la basílica está la Santa Capilla de Nuestra Señora del Pilar, magnífico estuche que encierra la columna en donde, según cuenta la tradición, posó sus plantas la Virgen. Ese pilar está forrado de bronce y plata, y sostiene una estatuilla que representa a una Virgen de abultado manto con el Niño en brazos. 

Desde su llegada a Zaragoza, Josemaría se impuso la grata costumbre de visitar el Pilar, recortando los ratos libres entre clases. Y, mientras estuvo en Zaragoza, como refiere, vivió esa costumbre a diario: 
Josemaría Escrivá , durante sus años de seminarista en Zaragoza. La devoción a la Virgen del Pilar comienza en mi vida, desde que con su piedad de aragoneses la infundieron mis padres en el alma de cada uno de sus hijos. Más tarde, durante mis estudios sacerdotales, y también cuando cursé la carrera de Derecho en la Universidad de Zaragoza, mis visitas al Pilar eran diarias (1). 
 Al ir de visita a la basílica del Pilar tendría, frecuentemente, que guardar cola con los demás fieles, antes de besar el trozo de la columna al descubierto, desgastado por los labios de generaciones y generaciones de cristianos. Allí, en la Santa Capilla, repetía sus insistentes jaculatorias: Domine, ut sit!, ¡que sea eso que Tú quieres, que yo no sé qué es! Y lo mismo a la Santísima Virgen: Domina, ut sit! (2). 

No contento con besar la columna, deseaba acercarse a la imagen. Según cuenta, meses antes se había valido de una treta para conseguirlo, porque no estaba permitido besar el manto con que revestían a la imagen nada más que a los niños o a las autoridades: 
Como tenía buena amistad con varios de los clérigos que cuidaban de la Basílica, pude un día quedarme en la iglesia después de cerradas las puertas. Me dirigí hacia la Virgen, con la complicidad de uno de aquellos buenos sacerdotes ya difunto, subí las pocas escaleras que tan bien conocen los infanticos y, acercándome, besé la imagen de nuestra Madre (3). 
 En su habitación, en San Carlos, tenía Josemaría una reproducción en yeso de dicha imagen. No valía gran cosa. Provenía del familiar del cardenal Soldevila, y a ella acudía pidiendo, de manera incesante, su mediación para que se realizara cuanto antes la Voluntad divina: 
A una sencilla imagen de la Virgen del Pilar confiaba yo por aquellos años mi oración, para que el Señor me concediera entender lo que ya barruntaba mi alma. Domina! —le decía con términos latinos, no precisamente clásicos, pero sí embellecidos por el cariño—, ut sit!, que sea de mí lo que Dios quiere que sea (4). 
Base estatuilla Virgen del Pilar
Tan machacona era su oración, que terminó grabando la jaculatoria con la punta de un clavo en la base de la estatuilla. En Zaragoza quedó aquella imagen cuando Josemaría tuvo que salir de allí. Y no la volvió a ver hasta 1960, en Roma, cuando una de sus hijas en el Opus Dei le enseñó una estatua de la Virgen del Pilar, que había estado hasta entonces en casa de unos parientes suyos de Zaragoza. Se la enviaban porque había sido suya: 
Padre, ha llegado aquí una imagen de la Virgen del Pilar, que tenía usted en Zaragoza. Le respondí: no, no me acuerdo. Y ella: sí, mírela; hay una cosa escrita por usted. Era una imagen tan horrible, que no me pareció posible que hubiese sido mía. Me la mostró y, debajo de la imagen, con un clavo, estaba escrito sobre el yeso: Domina, ut sit!, con una admiración, como suelo poner siempre las jaculatorias que escribo en latín. ¡Señora, que sea! Y una fecha: 24-5-1924. Y es que muchas veces, hijos míos, el Señor me humilla. Mientras a menudo me da claridad abundante, otras muchas veces me la quita, para que no tenga ninguna seguridad en mí. Entonces viene, y me ofrece una dedada de miel. Yo os había hablado de esos barruntos muchas veces, aunque en ocasiones pensaba: Josemaría, eres un engañador, un mentiroso... Aquella imagen era la materialización de mi oración de años, de lo que os había contado tantas veces (5).
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Textos extraídos de Andrés Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, (I): ¡Señor, que vea!, Ed. Rialp, Madrid, 2002 

Notas (1) La Virgen del Pilar, artículo publicado en AA. VV., Libro de Aragón, Zaragoza 1976, pp. 97 y ss. También hay referencias en otros escritos; por ejemplo: Durante el tiempo que pasé en Zaragoza haciendo mis estudios sacerdotales [...], mis visitas al Pilar eran por lo menos diarias (Recuerdos del Pilar, artículo publicado en “El Noticiero”, periódico de Zaragoza, 11 X 1970). Cfr. también Álvaro del Portillo, Sum. 142. 
(2) Carta 29 XII 1947/14 II 1966, n. 19 
(3) “Recuerdos del Pilar” (en “El Noticiero”, Zaragoza, 11 X 1970); cfr. también AGP, P03 1978, pp. 21 22. 
(4) J. Escrivá de Balaguer, La Virgen del Pilar, en Libro de Aragón, ob. cit., p. 97. 
(5) AGP, P03 1975, pp. 222 223; cfr. también Álvaro del Portillo, Sum. 141; Javier Echevarría; Sum. 2556; Jesús Alvarez Gazapo, Sum. 4281. El primo, Pascual Albás Llanas, atestigua: «Aquella imagen provenía de la casa de D. Carlos Albás, y Manolita, su sobrina, se la entregó a mi mujer» (Pascual Albás, AGP, RHF, T 02848, p. 2).

miércoles, 2 de octubre de 2013

Fue un 2 de octubre

Nuevo aniversario de la fundación del Opus Dei.

"Tenía yo veintiséis años, la gracia de Dios y buen humor, y nada más. Y tenía que hacer el Opus Dei".

Relato incluido en El Fundador del Opus Dei de Andrés Vázquez de Prada (capítulo V, volumen I) publicado en Rialp. 

George Richmond
El martes por la mañana, dos de octubre, fiesta de los Ángeles Custodios, después de celebrar misa, se encontraba don Josemaría en su habitación leyendo las notas que había traído consigo. De repente, le sobrevino una gracia extraordinaria, por la que entendió que el Señor daba respuesta a aquellas insistentes peticiones del Domine, ut videam! y del Domine, ut sit!  

Siempre guardó una comprensible reserva sobre este maravilloso suceso y sus circunstancias personales. Justamente tres años más tarde describirá el meollo de lo ocurrido: 
 "Recibí la iluminación sobre toda la Obra, mientras leía aquellos papeles. Conmovido me arrodillé —estaba solo en mi cuarto, entre plática y plática— di gracias al Señor, y recuerdo con emoción el tocar de las campanas de la parroquia de N. Sra. de los Ángeles".

domingo, 29 de septiembre de 2013

San Josemaría y los Arcángeles

El jueves, 6 de octubre de 1932, haciendo oración en la capilla de San Juan de la Cruz, durante su retiro espiritual en el convento de los Carmelitas Descalzos de Segovia, san Josemaría tuvo la moción interior de invocar por vez primera a los tres Arcángeles y a los tres Apóstoles; S. Miguel, S. Gabriel y S. Rafael; S. Pedro, S. Pablo y S. Juan
Desde aquel momento los consideró Patronos de los diferentes campos apostólicos que componen el Opus Dei

Bajo el patrocinio de San Rafael estaría la labor de formación cristiana de la juventud. 
La formación de los miembros del Opus Dei que habían acogido una vocación al celibato en medio del mundo, a san Miguel y al apóstol san Pedro
En cuanto a los padres y madres de familia que participasen en las tareas apostólicas, o formasen parte de la Obra, tendrían por patrono a San Gabriel.


Todas las futuras actividades del Opus Dei entrarían en una de estas tres Obras, a las que Escrivá llamaría de San Rafael, de San Miguel y de San Gabriel. Había estado pensando en fundar una asociación para gente joven, pero concluyó que sería mejor no formar ninguna asociación, sino simplemente dar formación a la gente joven –tal vez mediante una academia como la Cicuéndez, donde daba clase–. Durante el retiro se reafirmó en esa convicción.


Componían sus apostolados gentes de diferente estado civil, profesión, edad y otras circunstancias personales. Entre esas personas y la Obra no existía vinculación jurídica sino unos deberes de servicio y fidelidad aceptados libremente, de buena gana, hasta donde diera de sí una respuesta generosa a la vocación divina. Junto a esa desorganización estaban las tareas apostólicas, vertebradas bajo la advocación de los tres Arcángeles y con la cohesión interna propia de la espiritualidad de la Obra, cuyo meollo consistía en la santificación del trabajo y en el apostolado a través del ejercicio de la profesión. 

Fuentes: Coverdale, John F: La fundación del Opus Dei; Vázquez de Prada, Andrés: El Fundador del Opus Dei (I). 


domingo, 15 de septiembre de 2013

La dulzura de María

Hoy, 15 de septiembre, la Iglesia celebra Nuestra Señora de los Dolores. Traigo aquí unas palabras del Papa Francisco pronunciadas en Santa Marta el 12 de septiembre de 2013, recogidas por la agencia Zenit

Master of the Half Lengths: Los siete dolores de la Virgen. Museo Nacional de Arte de Cataluña.

La humanidad sufriente" de Jesús y la "dulzura" de María. Estos son los dos "polos" que el cristiano debe observar para vivir lo que pide el Evangelio

El Evangelio es exigente, le pide "cosas fuertes" a un cristiano: la capacidad de perdonar, la magnanimidad, el amor a los enemigos... Sólo hay una manera de ser capaz de ponerlo en práctica: "meditar en la Pasión, la humanidad de Jesús” e imitar el comportamiento de su Madre.
 
"Necesitamos hoy de la dulzura de la Virgen para entender estas cosas que Jesús nos pide, ¿verdad? Debido a que esta son cosas no fáciles de vivir.

Amen a sus enemigos, hagan el bien, presten sin esperar nada... Si alguien te pega en una mejilla, preséntale también la otra, a quien toma tu manto no le niegues la túnica... Son cosas fuertes, ¿no? Pero todo esto, a su manera, fue experimentado por la Virgen María: es la gracia de la mansedumbre, la gracia de la apacibilidad".

Incluso san Pablo, en su Carta a los Colosenses de la liturgia del día, invita a los
Nuestra Señora de la Angustias.
cristianos a revestirse de "sentimientos de ternura, de bondad, de humildad, de mansedumbre"
, de tolerancia y perdón mutuo. Y aquí, comentó el papa Francisco, "nuestra pregunta brota de inmediato: pero, ¿cómo puedo hacer esto?, ¿cómo me preparo para hacerlo?, ¿qué debo estudiar para hacer esto?". La respuesta, dijo el papa, "es clara":"Nosotros, con nuestro esfuerzo, no podemos hacerlo. Solamente una gracia puede hacerlo en nosotros". Y esta gracia, agregó, pasa a través de un camino preciso:
"Piensa sólo en Jesús, si nuestro corazón, si nuestra mente está con Jesús -el ganador, aquel que ha vencido a la muerte, el pecado, al diablo, a todo- podremos hacer esto que el mismo Jesús nos pide y que nos lo pide el apóstol Pablo: la mansedumbre, la humildad, la bondad, la ternura, la dulzura, la magnanimidad. Si no miramos a Jesús, si no estamos con Jesús no podemos hacer esto. Es una gracia, es la gracia que proviene de la contemplación de Jesús".

En particular, dijo el santo padre, hay un aspecto particular de la vida de Jesús a la que debe dirigirse la contemplación del cristiano: su Pasión, su "humanidad sufriente" Y surayó: "Es así que a partir de la contemplación de Jesús, de nuestra vida escondida con Jesús en Dios, que podemos llevar adelante estas actitudes, estas virtudes que el Señor nos pide. No hay otra manera".

Para perdonar, contempla el sufrimiento de Jesús. Para no odiar a tu prójimo contempla el sufrimiento de Jesús. Para no hablar mal contra el vecino, contempla el sufrimiento de Jesús. 


domingo, 8 de septiembre de 2013

Lo que nos dijo ayer el Papa Francisco

Sorprendida de que la portada de todos los diarios de hoy no sea la multitud que se congragaba ayer en la Plaza de san Pedro para pedir por la Paz. Millones de personas en todo el mundo orando al unísono, ¿y los medios más importantes no se hacen eco?


Estas son las palabras que nos dirigió el Papa Francisco:

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO 

Plaza de San Pedro. Sábado 7 de septiembre de 2013
 «Y vio Dios que era bueno» (Gn 1,12.18.21.25). El relato bíblico de los orígenes del mundo y de la humanidad nos dice que Dios mira la creación, casi como contemplándola, y dice una y otra vez: Es buena.

Queridos hermanos y hermanas, esto nos introduce en el corazón de Dios y, desde su interior, recibimos este mensaje. Podemos preguntarnos: ¿Qué significado tienen estas palabras? ¿Qué nos dicen a ti, a mí, a todos nosotros?

 1. Nos dicen simplemente que nuestro mundo, en el corazón y en la mente de Dios, es “casa de armonía y de paz” y un lugar en el que todos pueden encontrar su puesto y sentirse “en casa”, porque “es bueno”. Toda la creación forma un conjunto armonioso, bueno, pero sobre todo los seres humanos, hechos a imagen y semejanza de Dios, forman una sola familia, en la que las relaciones están marcadas por una fraternidad real y no sólo de palabra: el otro y la otra son el hermano y la hermana que hemos de amar, y la relación con Dios, que es amor, fidelidad, bondad, se refleja en todas las relaciones humanas y confiere armonía a toda la creación. El mundo de Dios es un mundo en el que todos se sienten responsables de todos, del bien de todos. Esta noche, en la reflexión, con el ayuno, en la oración, cada uno de nosotros, todos, pensemos en lo más profundo de nosotros mismos: ¿No es ése el mundo que yo deseo? ¿No es ése el mundo que todos llevamos dentro del corazón? El mundo que queremos ¿no es un mundo de armonía y de paz, dentro de nosotros mismos, en la relación con los demás, en las familias, en las ciudades, en y entre las naciones? Y la verdadera libertad para elegir el camino a seguir en este mundo ¿no es precisamente aquella que está orientada al bien de todos y guiada por el amor?

2. Pero preguntémonos ahora: ¿Es ése el mundo en el que vivimos? La creación conserva su belleza que nos llena de estupor, sigue siendo una obra buena. Pero también hay “violencia, división, rivalidad, guerra”. Esto se produce cuando el hombre, vértice de la creación, pierde de vista el horizonte de belleza y de bondad, y se cierra en su propio egoísmo.

Cuando el hombre piensa sólo en sí mismo, en sus propios intereses y se pone en el centro, cuando se deja fascinar por los ídolos del dominio y del poder, cuando se pone en el lugar de Dios, entonces altera todas las relaciones, arruina todo; y abre la puerta a la violencia, a la indiferencia, al enfrentamiento. Eso es exactamente lo que quiere hacernos comprender el pasaje del Génesis en el que se narra el pecado del ser humano: el hombre entra en conflicto consigo mismo, se da cuenta de que está desnudo y se esconde porque tiene miedo (Gn 3,10), tiene miedo de la mirada de Dios; acusa a la mujer, que es carne de su carne (v. 12); rompe la armonía con la creación, llega incluso a levantar la mano contra el hermano para matarlo. ¿Podemos decir que de la “armonía” se pasa a la “desarmonía”? ¿Podemos decir eso: que de la armonía se pasa a la “desarmonía”? No, no existe la “desarmonía”: o hay armonía o se cae en el caos, donde hay violencia, rivalidad, enfrentamiento, miedo…

Precisamente en medio de este caos, Dios pregunta a la conciencia del hombre: «¿Dónde está Abel, tu hermano?». Y Caín responde: «No sé, ¿soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9). Esta pregunta se dirige también a nosotros, y también a nosotros nos hará bien preguntarnos: ¿Soy yo el guardián de mi hermano? Sí, tú eres el guardián de tu hermano.
Ser persona humana significa ser guardianes los unos de los otros. Sin embargo, cuando se rompe la armonía, se produce una metamorfosis: el hermano que deberíamos proteger y amar se convierte en el adversario a combatir, suprimir. ¡Cuánta violencia se genera en ese momento, cuántos conflictos, cuántas guerras han jalonado nuestra historia! Basta ver el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas. No se trata de algo coyuntural, sino que es verdad: en cada agresión y en cada guerra hacemos renacer a Caín. ¡Todos nosotros!
Y también hoy prolongamos esta historia de enfrentamiento entre hermanos, también hoy levantamos la mano contra quien es nuestro hermano. También hoy nos dejamos llevar por los ídolos, por el egoísmo, por nuestros intereses; y esta actitud va a más: hemos perfeccionado nuestras armas, nuestra conciencia se ha adormecido, hemos hecho más sutiles nuestras razones para justificarnos.
Como si fuese algo normal, seguimos sembrando destrucción, dolor, muerte. La violencia, la guerra traen sólo muerte, hablan de muerte. La violencia y la guerra utilizan el lenguaje de la muerte.

Tras el caos del Diluvio, dejó de llover, apareció el arco iris y la paloma trajo un ramo de olivo. Pienso también hoy en aquel olivo que los representantes de las diferentes religiones plantamos en Buenos Aires, en la Plaza de Mayo, el año 2000, pidiendo que no haya más caos, pidiendo que no haya más guerra, pidiendo paz.

Salus populi romani
3. Y en estas circunstancias, me pregunto: ¿Es posible seguir el camino de la paz? ¿Podemos salir de esta espiral de dolor y de muerte? ¿Podemos aprender de nuevo a caminar por las sendas de la paz? Invocando la ayuda de Dios, bajo la mirada materna de la Salus populi romani, Reina de la paz, quiero responder: Sí, es posible para todos.

Esta noche me gustaría que desde todas las partes de la tierra gritásemos: Sí, es posible para todos. Más aún, quisiera que cada uno de nosotros, desde el más pequeño hasta el más grande, incluidos aquellos que están llamados a gobernar las naciones, dijese: Sí, queremos.

Mi fe cristiana me lleva a mirar a la Cruz. ¡Cómo quisiera que por un momento todos los hombres y las mujeres de buena voluntad mirasen la Cruz! Allí se puede leer la respuesta de Dios: allí, a la violencia no se ha respondido con violencia, a la muerte no se ha respondido con el lenguaje de la muerte. En el silencio de la Cruz calla el fragor de las armas y habla el lenguaje de la reconciliación, del perdón, del diálogo, de la paz.

Quisiera pedir al Señor, esta noche, que nosotros cristianos y los hermanos de las otras religiones, todos los hombres y mujeres de buena voluntad gritasen con fuerza: ¡La violencia y la guerra nunca son el camino para la paz!

Que cada uno mire dentro de su propia conciencia y escuche la palabra que dice:
Sal de tus intereses que atrofian tu corazón, supera la indiferencia hacia el otro que hace insensible tu corazón, vence tus razones de muerte y ábrete al diálogo, a la reconciliación; mira el dolor de tu hermano -pienso en los niños, solamente en ellos…-, mira el dolor de tu hermano, y no añadas más dolor, detén tu mano, reconstruye la armonía que se ha roto; y esto no con la confrontación, sino con el encuentro.

¡Qué se acabe el sonido de las armas! La guerra significa siempre el fracaso de la paz, es siempre una derrota para la humanidad.
Resuenen una vez más las palabras de Pablo VI: «Nunca más los unos contra los otros; jamás, nunca más… ¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra!» (Discurso a las Naciones Unidas, 4 octubre 1965: AAS 57 [1965], 881).
«La Paz se afianza solamente con la paz; la paz no separada de los deberes de la justicia, sino alimentada por el propio sacrificio, por la clemencia, por la misericordia, por la caridad» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1976: AAS 67 [1975], 671).

Hermanos y hermanas, perdón, diálogo, reconciliación son las palabras de la paz: en la amada nación siria, en Oriente Medio, en todo el mundo.
Recemos esta noche por la reconciliación y por la paz, contribuyamos a la reconciliación y a la paz, y convirtámonos todos, en cualquier lugar donde nos encontremos, en hombres y mujeres de reconciliación y de paz. Así sea.

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jueves, 5 de septiembre de 2013

Pontífice y Padre


«Hola, Michele, soy el Papa Francisco», son las palabras que escuchó a primeros de agosto un hombre italiano llamado Michele, cuyo hermano, empresario propietario de algunos gasolineras, fue asesinado en junio. 
Michele -cuenta el diario Il Messaggero- le había escrito al Santo Padre para contarle su historia, y éste decidió llamarle. 

Una historia similar, ocurrida unos días más tarde, es la de Alejandra Pereyra, argentina de 44 años, víctima de abusos sexuales a manos de un policía. La mujer escribió al Papa Francisco, y su carta le conmovió. El Santo Padre le llamó por teléfono, y durante la conversación, de unos 30 minutos, le invitó a visitar el Vaticano para conocerla personalmente. «Estoy feliz. Es como que fui tocada por la mano de Dios», ha dicho Pereyra al Canal 10. «Me dijo que no estaba sola y que se iba a hacer justicia», añadió. 

Igual de incrédulo que los dos anteriores se quedó este mes de agosto el joven Stefano Cavizza, de 19 años, al recibir una llamada del Papa en respuesta a una carta. Francisco le pidió que le tuteara, ha contado al diario Il Gazzetino, del noroeste de Italia. 
«¿Crees que los apóstoles lo llamaban de usted a Jesús?», le dijo el Papa. «¿O lo llamarían excelencia? Eran todos amigos, como lo somos tu y yo, y a mis amigos les llamó de tú» 

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lunes, 2 de septiembre de 2013

Convocatoria por la PAZ

Queridos hermanos y hermanas: Buenos días.

Hoy, queridos hermanos y hermanas, quisiera hacerme intérprete del grito que, con creciente angustia, se levanta en todas las partes de la tierra, en todos los pueblos, en cada corazón, en la única gran familia que es la humanidad: ¡el grito de la paz! Es el grito que dice con fuerza: Queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por divisiones y conflictos, estalle la paz; ¡nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso, que tiene que ser promovido y tutelado.

Vivo con particular sufrimiento y preocupación las numerosas situaciones de conflicto que hay en nuestra tierra, pero, en estos días, mi corazón está profundamente herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por la dramática evolución que se está produciendo.

Hago un fuerte llamamiento a la paz, un llamamiento que nace de lo más profundo de mí mismo. ¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor ha ocasionado y ocasiona el uso de las armas en este atormentado país, especialmente entre la población civil inerme! Pensemos: cuántos niños no podrán ver la luz del futuro. Condeno con especial firmeza el uso de las armas químicas. Les digo que todavía tengo fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes de los días pasados. Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones, del que no se puede escapar. El uso de la violencia nunca trae la paz. ¡La guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia!

Con todas mis fuerzas, pido a las partes en conflicto que escuchen la voz de su conciencia, que no se cierren en sus propios intereses, sino que vean al otro como a un hermano y que emprendan con valentía y decisión el camino del encuentro y de la negociación, superando la ciega confrontación. Con la misma fuerza, exhorto también a la Comunidad Internacional a hacer todo esfuerzo posible para promover, sin más dilación, iniciativas claras a favor de la paz en aquella nación, basadas en el diálogo y la negociación, por el bien de toda la población de Siria.

Que no se ahorre ningún esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a las víctimas de este terrible conflicto, en particular a los desplazados en el país y a los numerosos refugiados en los países vecinos. Que los trabajadores humanitarios, dedicados a aliviar los sufrimientos de la población, tengan asegurada la posibilidad de prestar la ayuda necesaria.

¿Qué podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía el Papa Juan XXIII, a todos corresponde la tarea de establecer un nuevo sistema de relaciones de convivencia basadas en la justicia y en el amor (cf. Pacem in terris[11 abril 1963]: AAS 55 [1963], 301-302).

¡Que una cadena de compromiso por la paz una a todos los hombres y mujeres de buena voluntad! Es una fuerte y urgente invitación que dirijo a toda la Iglesia Católica, pero que hago extensiva a todos los cristianos de otras confesiones, a los hombres y mujeres de las diversas religiones y también a aquellos hermanos y hermanas no creyentes: la paz es un bien que supera cualquier barrera, porque es un bien de toda la humanidad.

Lo repito alto y fuerte: no es la cultura de la confrontación, la cultura del conflicto, la que construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos, sino ésta: la cultura del encuentro, la cultura del diálogo; éste es el único camino para la paz.

Que el grito de la paz se alce con fuerza para que llegue al corazón de todos y todos depongan las armas y se dejen guiar por el deseo de paz.

Por esto, hermanos y hermanas, he decidido convocar en toda la Iglesia, el próximo 7 de septiembre, víspera de la Natividad de María, Reina de la Paz, una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo entero, y también invito a unirse a esta iniciativa, de la manera que consideren más oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los que pertenecen a otras religiones y a los hombres de buena voluntad.

El 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro, aquí, desde las 19.00 a las 24.00 horas, nos reuniremos en oración y en espíritu de penitencia para implorar de Dios este gran don para la amada nación siria y para todas las situaciones de conflicto y de violencia en el mundo. La humanidad tiene necesidad de ver gestos de paz y de oír palabras de esperanza y de paz. Pido a todas las Iglesias particulares que, además de vivir esta jornada de ayuno, organicen algún acto litúrgico por esta intención.

Pidamos a María que nos ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la guerra, con la fuerza del diálogo, de la reconciliación y del amor. Ella es Madre. Que Ella nos ayude a encontrar la paz. Todos nosotros somos sus hijos. Ayúdanos, María, a superar este difícil momento y a comprometernos, todos los días y en todos los ambientes, en la construcción de una auténtica cultura del encuentro y de la paz. María, Reina de la Paz, ruega por nosotros.

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