En 1854 el
Papa Pío IX, declaró solemnemente la
Inmaculada Concepción de la Virgen, que celebramos cada 8 de diciembre.
Esto significa que fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original desde el primer instante de su concepción -por singular gracia y privilegio de
Dios omnipotente- en atención a los méritos de
Cristo Jesús Salvador del género humano.
El ángel Gabriel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor esta contigo". (Lc, 1,28).
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Arthur Hacker (1858 - 1919): La Anunciación. |
Busca a Dios en el fondo de tu corazón limpio, puro; en el fondo de tu alma cuando le eres fiel, ¡y no pierdas nunca esa intimidad!
-Y, si alguna vez no sabes cómo hablarle, ni qué decir, o no te atreves a buscar a Jesús dentro de ti, acude a María, "tota pulchra" -toda pura, maravillosa-, para confiarle: Señora, Madre nuestra, el Señor ha querido que fueras tú, con tus manos, quien cuidara a Dios: ¡enséñame -enséñanos a todos- a tratar a tu Hijo!
(
San Josemaría, Forja, 84)
Me conmovió la súplica encendida que salió de tus labios: “Dios mío: sólo deseo ser agradable a tus ojos: todo lo demás no me importa.
-Madre Inmaculada, haz que me mueva exclusivamente el Amor”.
(San Josemaría, Forja, 1028)
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Adolfo de Carolis |
¡Cómo gusta a los hombres que les recuerden su parentesco con personajes de la literatura, de la política, de la milicia, de la Iglesia!... —Canta ante la Virgen Inmaculada, recordándole: Dios te salve, María, Hija de Dios Padre: Dios te salve María, Madre de Dios Hijo: Dios te salve María, Esposa de Dios Espíritu Santo... ¡Más que tú, sólo Dios!
Cuando te veas con el corazón seco, sin saber qué decir, acude con confianza a la Virgen. Dile: Madre mía Inmaculada, interceded por mí.
Si la invocas con fe, Ella te hará gustar —en medio de esa sequedad— de la cercanía de Dios.
(
San Josemaría. Surco, 695)
Permíteme un consejo, para que lo pongas en práctica a diario. Cuando el corazón te haga notar sus bajas tendencias, reza despacio a la Virgen Inmaculada: ¡mírame con compasión, no me dejes, Madre mía! -Y aconséjalo a otros.
(San Josemaría. Surco, 849)
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El Greco: Inmaculada. |
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