"Este adverbio —siempre— ha hecho grande a Teresa de Jesús. Cuando ella —niña— salía por la puerta del Adaja, atravesando las murallas de su ciudad acompañada de su hermano Rodrigo, para ir a tierra de moros a que les descabezaran por Cristo, susurraba al hermano que se cansaba: para siempre, para siempre, para siempre".
(San Josemaría).
Nunca vine a tu blog, lo voy a remediar porque me encuentro como en casa.
ResponderEliminarUn beso
Bienvenida, Militos.
Eliminar¡Muchas gracias!
Besos.