De la mano de san José iremos contemplando los dolores: aquellos momentos en los que tuvo que pasar las pruebas que el Señor le tenía preparadas, los momentos que se entregó de forma plena al querer de Dios, aun sin comprender del todo lo que tenía guardado para él.
También iremos meditando los gozos de san José: la alegría y la felicidad de compartir su vida junto a su esposa, la Santísima Virgen y el Niño. El gozo de saberse en las manos de un Dios que le había escogido para tan gran tarea.
Los cristianos siempre han visto en san José un ejemplo de entrega y de fe en Dios y podemos considerarlo maestro de oración. Fue él, después de la Virgen, quien más de cerca trató al Niño Dios, quien tuvo con él el trato más amable y sencillo.
Antífona (para todos los días):
¡Oh feliz Varón, bienaventurado José!
A quien le fue concedido no sólo ver y oir al Hijo de Dios,
a quien muchos quisieron ver y no vieron , oir y no oyeron,
sino también abrazarlo, besarlo, vestirlo y custodiarlo.
V: Ruega por nosotros, bienaventurado San José.
R: Para que seamos dignos de alcanzar las
promesas
de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Rose Datoc Dall: José y Jesús. |
Oh castísimo esposo de María, glorioso San
José: qué aflicción y angustia la de tu corazón
en la perplejidad en que estabas, sin saber si debías
abandonar o no a tu esposa sin mancilla.
Pero cuál no fue también tu alegría, cuando
el ángel reveló el gran misterio de la Encarnación.
Por ese dolor y gozo, te pido que consueles nuestro corazón ahora y en nuestros últimos dolores, con la alegría de una vida justa y de una santa muerte, semejante a la tuya, asistidos de Jesús y de María.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Por ese dolor y gozo, te pido que consueles nuestro corazón ahora y en nuestros últimos dolores, con la alegría de una vida justa y de una santa muerte, semejante a la tuya, asistidos de Jesús y de María.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oh bienaventurado patriarca glorioso San José,
escogido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios
hecho hombre: el dolor que sentiste, viendo nacer al
Niño Jesús en tan gran pobreza, se cambió en alegría al oír el armonioso concierto de los
ángeles, y al contemplar las maravillas de aquella noche
tan resplandeciente.
Por este dolor y por este gozo, alcánzanos
que después del camino de esta vida vayamos a
escuchar las alabanzas de los ángeles, y a gozar de los
resplandores de la gloria celestial.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oh ejecutor obedientísimo de las leyes divinas,
glorioso San José: la sangre preciosísima que el
redentor derramó en su circuncisión te traspasó el
corazón, pero el nombre de Jesús, que entonces se le
impuso, te confortó, llenándote de alegría.
Por este dolor y por este gozo, alcánzanos vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos con el santísimo nombre de Jesús en el corazón y en los labios.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Por este dolor y por este gozo, alcánzanos vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos con el santísimo nombre de Jesús en el corazón y en los labios.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
CUARTO DOMINGO
Presentación de Jesús en el Templo |
Oh santo fidelísimo san José, que tuviste parte en
los misterios de nuestra redención; a pesar de que la profecía de Simeón acerca de los
sufrimientos que debían pasar Jesús y María, te causó
dolor, sin embargo, te llenó también
de alegría, anunciándote al mismo tiempo la salvación
y resurrección gloriosa, para la salvación de las almas.
Por ese dolor y por ese gozo, consíguenos estar entre los que por los méritos de Jesús y por la intercesión de la bienaventurada Virgen María han de resucitar gloriosamente.
Por ese dolor y por ese gozo, consíguenos estar entre los que por los méritos de Jesús y por la intercesión de la bienaventurada Virgen María han de resucitar gloriosamente.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
QUINTO DOMINGO
Oh custodio vigilante, familiar íntimo del Hijo de
Dios hecho hombre, glorioso San José: cuánto sufriste
teniendo que alimentar y servir al Hijo del Altísimo,
particularmente en vuestra huída a Egipto, pero cuán
grande fue también tu alegría teniendo siempre
contigo al mismo Dios, y viendo derribados los ídolos de
Egipto.
Por este dolor y por este gozo, alcánzanos alejar
para siempre de nosotros al demonio, sobre todo
huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de
nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que,
ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo
para ellos, y muramos gozosos en su amor.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Edwin Long: Huida a Egipto. |
Oh ángel de la tierra, glorioso San José, que
pudiste admirar al Rey de los Cielos, sometido a
tu más mínimos mandatos; aunque la alegría
al traerle de Egipto se turbó por temor de Arquelao,
sin embargo, tranquilizado luego por el ángel viviste
dichoso en Nazaret con Jesús y María.
Por este dolor y por este gozo, alcánzanos la
gracia de desterrar de nuestro corazón todo temor
nocivo; de poseer la paz de la conciencia, de vivir
seguros con Jesús y María, y de morir también asistidos
de ellos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Lucio Massari: Sagrada Familia, 1675. |
Oh modelo de toda santidad, glorioso San José,
que, habiendo perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús,
le buscaste durante tres días con profundo dolor, hasta
que lleno de gozo le encontraste en el Templo, en
medio de los doctores.
Por este dolor y gozo tesuplicamosque intercedas en nuestro favor, para
que jamás perdamos a Jesús por algún
pecado grave. Mas si por desgracia le perdiéramos,
haz que le busquemos con tal dolor, que no nos
deje reposar hasta encontrarle favorable, sobretodo en
nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el cielo y cantar
eternamente contigo sus divinas misericordias.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
FINAL (para todos los días):José Risueño: San José y el Niño. Iglesia del Carmen de Antequera, (Málaga). |
Acuérdate, oh
purísimo Esposo de María, oh dulce protector mío,
San José, que jamás se oyó decir que haya dejado
de ser consolado uno solo de cuantos han acudido a
tu protección e implorado tu auxilio.
Con esta confianza vengo a tu presencia y me encomiendo a ti fervorosamente, oh padre nutricio del Redentor. No deseches mis súplicas, antes bien, escúchalas piadosamente. Amén.
Con esta confianza vengo a tu presencia y me encomiendo a ti fervorosamente, oh padre nutricio del Redentor. No deseches mis súplicas, antes bien, escúchalas piadosamente. Amén.
Oración: Oh Dios, que por providencia inefable
te dignaste escoger al bienaventurado José para
esposo de vuestra Santísima Madre: te suplicamos nos
concedas la gracia de que, venerándole en la tierra
como a nuestro protector, merezcamos tenerle por
intercesor en el cielo. Amén.
(Fuente: primeroscristianos.com)
Gracias, lo rezaré. Es precioso.
ResponderEliminarUn beso.
Preciosas,lastima que no todas traen al autor y el año.
ResponderEliminarOremos todos.
¡¡Paz y bien!!