-Deja ya de preocuparte, de angustiarte tanto… por el mañana.
Para la inmensa mayoría el mañana… es el hoy.
-Deja ya de preocuparte, de atormentarte… por tantas cosas secundarias
que no necesitas ni son esenciales para tu vida. Evitarás muchas congojas.
-Deja ya de preocuparte y de inquietarte… por nimiedades y por pequeñeces… que tu mente suele acrecentar, agigantar.
-Deja ya de preocuparte y de apurarte… por todo aquello que no depende de ti ni está en tus manos ni bajo tu control. Eso sí, ten anclada tu voluntad en la del Padre: «El viento mueve la veleta… no la torre». ¡Tú, se torre!
-Deja ya de preocuparte y de torturarte por lo que han dicho o lo que dirán. Tú actúa rectamente… y sigue adelante. Desaparecerán muchos de tus problemas.
-Deja de preocuparte y sentir desazón… porque alguien se ha portado mal, tal vez te ha herido… y experimentas la humillación… Mira una imagen de Cristo crucificado… Te ayudará.
-Deja ya de preocuparte y de inquietarte… porque no has podido ser… ni has obtenido aquello que tanto deseabas. La felicidad estriba en: «Ser lo que ahora eres… y disfrutar de lo que ahora tienes».
Como dice J. Anouilh: «Las preocupaciones acaban por comerse las unas a las otras… y al cabo de diez años… uno se da cuenta de que sigue viviendo».
Por José María Alimbau
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