Convertir el fenómeno de ver algo en una experiencia de asombro y extrañeza, de admiración, es todo un arte, arte propio del sabio, y camino seguro que conduce al vivir con sentido.
¿Cómo aprender a admirarse? Antes de nada, parándose. Para mirar hay que pararse. No es corriendo, en medio de un vivir atropellado como puede surgir una mirada interior que nos desvele la verdad y la belleza de las cosas.
La soledad y el silencio, la lentitud, el reposo, son necesarios para que nuestra vida y nuestra mirada sean propiamente humanas.
(No puedo citar fuente porque desconozco la autoría de este texto)
Gran blog, felicidades
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