viernes, 1 de junio de 2012

Mujer y familia

Realización personal

Tampoco en el plano personal se puede afirmar unilateralmente que la mujer haya de alcanzar su perfección sólo fuera del hogar: como si el tiempo dedicado a su familia fuese un tiempo robado al desarrollo y a la madurez de su personalidad. El hogar —cualquiera que sea, porque también la mujer soltera ha de tener un hogar— es un ámbito particularmente propicio para el crecimiento de la personalidad. La atención prestada a su familia será siempre para la mujer su mayor dignidad: en el cuidado de su marido y de sus hijos o, para hablar en términos más generales, en su trabajo por crear en torno suyo un ambiente acogedor y formativo, la mujer cumple lo más insustituible de su misión y, en consecuencia, puede alcanzar ahí su perfección personal.

(San Josemaría, Conversaciones, 87)

Imaginad que esa familia sea numerosa: entonces la labor de la madre es comparable —y en muchos casos sale ganando en la comparación— a la de los educadores y formadores profesionales. Un profesor consigue, a lo largo quizá de toda una vida, formar más o menos bien a unos cuantos chicos o chicas. Una madre puede formar a sus hijos en profundidad, en los aspectos más básicos, y puede hacer de ellos, a su vez, otros formadores, de modo que se cree una cadena ininterrumpida de responsabilidad y de virtudes.
También en estos temas es fácil dejarse seducir por criterios meramente cuantitativos, y pensar: es preferible el trabajo de un profesor, que ve pasar por sus clases a miles de personas, o de un escritor, que se dirige a miles de lectores. Bien, pero, ¿a cuántos forman realmente ese profesor y ese escritor? Una madre tiene a su cuidado tres, cinco, diez o más hijos; y puede hacer de ellos una verdadera obra de arte, una maravilla de educación, de equilibrio, de comprensión, de sentido cristiano de la vida, de modo que sean felices y lleguen a ser realmente útiles a los demás.

2 comentarios:

  1. Hola!
    Me han encantado estas palabras de San Josemaría. Le estoy descubriendo poco a poco y me alegra ver que era un gran predicador de la palabra de Dios.

    En cuanto a la entrada, yo soy licenciada y formé una familia antes de terminar la carrera, desde entonces no he ejercido porque cuido de mi familia. Las abuelitas que me ven por la calle dicen que 'faena no me falta' pero en cambio amigos jóvenes y familiares piensan que estoy 'tirando por la borda todo mi esfuerzo'. Lo cierto es que casi a diario dentro de mi surge el mismo debate, porque en el fondo quiero SER alguien, quiero que me admiren y hacer cosas grandes, pero ¿qué mas grande que mi familia? DEsde que nació mi primer hijo me he dado cuenta de que lo más grande que tengo en mi vida es mi familia, mi marido y mis hijos, y ninguna carrera ni ningún trabajo podrían superar la satisfacción que me producen.
    Buscar ser santos en lo cotidiano es dura, y más hoy en día cuando la mujer está tan atacada en el ámbito familiar, cuando nos dicen que sólo nos realizaremos trabajando...

    Bueno, lo dejo ya que esto daba para otra entrada casi y sólo quería comentar mientras sigo debatiéndome entre qué me hace a mí sentir realizada.

    Un abrazo y enhorabuena por el blog.

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  2. Bienvenida, Clo. Te agradezco muchísimo tus palabras. No sabes como te entiendo y me identifico con lo que dices. Aunque no tengo hijos, he tenido que dejar ilusiones de lado por dedicarme a mi familia. Es verdad que al principio algo chirría por dentro, porque como dices, una quiere SER ALGUIEN. Hasta que te das cuenta que se "es" de verdad cuando una hace lo que debe, es decir, cuando tienes claro aquello que Dios te pide y te decides a hacerlo. Entonces vienen la paz y la alegría.

    Estoy convencida de que las personas (hombres y mujeres) nos realizamos plenamente cuando hacemos aquello para lo que Dios nos llama. No cuando lo dicten los ideólogos o políticos de turno. Claro que descubrir lo que Dios nos pide a corto o a largo plazo es una tarea ardua, pero desearlo ya es estar en camino.

    Gracias, Clo, por estar aquí y enhorabuena por tu familia.
    ¡Un abrazo!

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