jueves, 30 de agosto de 2012

La sonrisa de la Virgen

D. Javier de Mora Figueroa, Rector de Torreciudad

Cuando el prestigioso fotógrafo José Antonio Duce presentó en Torreciudad las fotografías de la Virgen que formarían el libro La Virgen en el Reino de Aragón. Imágenes y rostros medievales, afirmó que había intentado descubrir la sonrisa de Nuestra Señora en esas imágenes, y que pensaba que lo había logrado. Desde luego, en el caso de la Virgen de Torreciudad lo consiguió. Pero, desgraciadamente, desde la nave de la iglesia no se aprecia esa sonrisa.

Hace algunos años visitaron el santuario un grupo de alumnas de un colegio de Barcelona. Días después, llamaban los padres de una chica invidente que no había podido ir con sus compañeras, pero que le habían hablado tanto de lo bonito que es el santuario que quería conocerlo, y sus padres preguntaban si Laia podría tocar algunas cosas para “verlas” con el tacto. La contestación fue afirmativa, y cuando llegó con sus abuelos pudo tocar la maqueta del retablo que hay en la galería de imágenes de la Virgen, identificando, sin ayuda, todas las escenas.

Después le presentaron una imagen que había en la misma galería y descubrió inmediatamente, y con gran alegría, que era la Mare de Deu quand era xiqueta, la Virgen de su colegio. Y finalmente, le llevaron ante la imagen de la Virgen Peregrina de Torreciudad, copia exacta del original que está en el camarín del retablo. Laia se puso de puntillas, puso las manos sobre el rostro de la Virgen y con una alegre sorpresa, exclamó: ¡Pero si la Virgen está sonriendo! Fue emocionante comprobar que lo que no apreciaba casi nadie, lo había “visto” una niña invidente.

Ciertamente, la sonrisa es algo que atrae, nos acerca a quien sonríe. Se ha dicho que la sonrisa es la distancia más corta entre dos personas. Por eso, en las imágenes de la Virgen esa sonrisa añade un atractivo, no sólo plástico sino también espiritual, un carácter más maternal a la imagen. Porque lo primero que enseña una madre a su hijo recién nacido no es a hablar, sino a sonreír. Cuando una madre se inclina sobre la cuna de su hijo y le sonríe embelesada, el bebé responde con otra sonrisa. Tolstoi llegó a decir que un niño reconoce a su madre por la sonrisa.

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2 comentarios:

  1. Acabo de leerlo y es ¡tan bonito! ¡qué paz!
    Me ha recordado a nuestra Virgen Blanca de la Catedral, su dulce sonrisa. Lo que Laia nos dejó es maravilloso.
    Te lo agradezco mucho. Un beso

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    1. A mí también me ha recordado a la Virgen Blanca de Toledo.
      Gracias a ti. Besos.

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