domingo, 8 de diciembre de 2013

Inmaculada Concepción de María

En 1854 el Papa Pío IX, declaró solemnemente la Inmaculada Concepción de la Virgen, que celebramos cada 8 de diciembre. Esto significa que fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original desde el primer instante de su concepción -por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente- en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano. 

El ángel Gabriel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor esta contigo". (Lc, 1,28).

Arthur Hacker (1858 - 1919): La Anunciación.
Busca a Dios en el fondo de tu corazón limpio, puro; en el fondo de tu alma cuando le eres fiel, ¡y no pierdas nunca esa intimidad! -Y, si alguna vez no sabes cómo hablarle, ni qué decir, o no te atreves a buscar a Jesús dentro de ti, acude a María, "tota pulchra" -toda pura, maravillosa-, para confiarle: Señora, Madre nuestra, el Señor ha querido que fueras tú, con tus manos, quien cuidara a Dios: ¡enséñame -enséñanos a todos- a tratar a tu Hijo!
(San Josemaría, Forja, 84)

Me conmovió la súplica encendida que salió de tus labios: “Dios mío: sólo deseo ser agradable a tus ojos: todo lo demás no me importa. 
-Madre Inmaculada, haz que me mueva exclusivamente el Amor”.
(San Josemaría, Forja, 1028)

Adolfo de Carolis
¡Cómo gusta a los hombres que les recuerden su parentesco con personajes de la literatura, de la política, de la milicia, de la Iglesia!... —Canta ante la Virgen Inmaculada, recordándole: Dios te salve, María, Hija de Dios Padre: Dios te salve María, Madre de Dios Hijo: Dios te salve María, Esposa de Dios Espíritu Santo... ¡Más que tú, sólo Dios!
(San Josemaría, Camino, 496)

Cuando te veas con el corazón seco, sin saber qué decir, acude con confianza a la Virgen. Dile: Madre mía Inmaculada, interceded por mí
Si la invocas con fe, Ella te hará gustar —en medio de esa sequedad— de la cercanía de Dios
(San Josemaría. Surco, 695)


Permíteme un consejo, para que lo pongas en práctica a diario. Cuando el corazón te haga notar sus bajas tendencias, reza despacio a la Virgen Inmaculada: ¡mírame con compasión, no me dejes, Madre mía! -Y aconséjalo a otros.
(San Josemaría. Surco, 849)

El Greco: Inmaculada.

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